jueves, 25 de enero de 2024

Milei nos lleva a un abismo empobrecedor: ¿Por qué?

 Milei nos lleva a un abismo empobrecedor: ¿Por qué?


 1.    Marco teórico del contexto.

La política tiene fundamental importancia en la economía, porque la economía es política: la distribución de la riqueza que se genera con el trabajo de una sociedad y de los ingresos depende de decisiones políticas (sistema impositivo, direccionamiento del gasto público, rol del estado, políticas fiscales y monetarias). 

Cuando se dice que hay que reducir el estado porque sólo el sector privado es eficiente, se desconoce hasta la propia teoría liberal neoclásica que demuestra las ineficiencias de los oligopolios y monopolios que obtienen beneficios extraordinarios para el capital y los dueños de esos capitales aun sin trabajar (sólo por ser los dueños del factor capital). No hace falta leer a Marx, ni siquiera a Keynes para llegar a esta conclusión; fueron los pensadores clásicos como Adam Smith y David Ricardo los que escribieron en contra de los monopolios y la función imprescindible del estado para evitarlos (en aquella época creían que eran “fallas” del mercado que el estado podría corregir con su intervención); y los mismos liberales neoclásicos los que analizando matemáticamente la economía demostraron los problemas que generan al mercado los oligopolios colusorios y oligopsonios.

Nuestro actual presidente es tan fanático y fundamentalista del capitalismo salvaje sin estado, que defiende posturas que científicamente no funcionan siquiera desde el punto de vista matemático neoclásico, y mucho menos desde un análisis económico más pertinente y real como el de la macroeconomía keynesiana, tendencia de pensamiento económico que defiende un capitalismo con fuerte intervención del estado, gracias a la cual se desarrollaron los países hoy “avanzados” y se generó lo que hoy llamamos “estado de bienestar” en Estados Unidos y en los países europeos después de la crisis de 1930 y especialmente después de la segunda guerra mundial. 

Toda la evidencia histórica demuestra lo contrario de lo expresado por el presidente Milei en Davos.

El auge del capitalismo se dio con la intervención y gracias al rol de los estados. Hubo cantidades de políticas proteccionistas para el desarrollo de las industrias y de los sectores agropecuarios en los diferentes países europeos que se mantuvieron hasta que esos sectores fueran competitivos y se volvieron a restaurar cada vez que los estados lo consideraron necesario, incluyendo a Gran Bretaña, país en el que se inició la primera revolución industrial que dio lugar al capitalismo moderno.

El desarrollo de los países que hoy llamamos “altamente industrializados” no fue producto del libre comercio absoluto, sino más bien de políticas mercantilistas (intervención del estado para fomentar exportaciones), keynesianas (intervención del estado a través del gasto público para fomentar inversiones) e inclusive del imperialismo y el empobrecimiento de otras zonas del planeta como África.

No es el objetivo de este breve artículo describir caso por caso, pero se invita al lector a investigar sobre el desarrollo industrial de los países europeos, o casos asiáticos, como Corea del Sur. Este último tiene una historia reciente muy interesante, ya que su importante desarrollo industrial tuvo su origen entre 1961 y 1980 de la mano de un estado muy presente, y en las primeras décadas de desarrollo, mediante una economía planificada por el gobierno. Sobran entonces los ejemplos para refutar esa delirante afirmación de que el estado es el problema para el desarrollo económico.

 Aclarados estos primeros conceptos sobre el rol que tuvo y tiene el sector público en los países desarrollados, pasamos a la Argentina.


 2.      ¿Qué ha ocurrido en Argentina?


En Argentina tuvimos distintos modelos de acumulación capitalista con diferentes gobiernos y con diferentes resultados económicos y sociales a lo largo de nuestra historia. Afirmar que “siempre hemos fracasado” o que “fue todo lo mismo” es ignorar o mentir sobre nuestra historia económica.

No es tampoco objetivo de este artículo desarrollar nuestra historia económica; la podemos leer en textos imprescindibles como “La economía argentina” de Aldo Ferrer. Allí se tratan las principales políticas económicas y sus impactos dentro de tres modelos de acumulación, y queda claro que los contextos, las políticas y sus resultados fueron sumamente diferentes.

Los modelos de acumulación a los que nos referimos fueron: el modelo agroexportador (1860 a 1930), el modelo de industrialización por sustitución de importaciones (1930 a 1975) y el modelo aperturista con hegemonía financiera (1976 en adelante). 

Cuando aun los que no somos profesores de historia leemos la historia, quedan claras grandes diferencias entre los modelos y los gobiernos. Dentro del período de industrialización por sustitución de importaciones, y específicamente durante los dos primeros gobiernos de Juan Perón, con una planificación económica a cargo del estado, se dio un crecimiento del PBI y una fuerte mejora en la distribución del ingreso entre el trabajo y el capital, que sólo tuvo rasgos similares mucho más adelante entre 2003 y 2015 con el kirchnerismo en el gobierno. Para 1910 Argentina era una potencia agroexportadora con la mayoría de su población en la miseria y con una clase terrateniente rica, es decir, absoluta desigualdad en la distribución del ingreso. Eso cambió sustancialmente durante el período de “industrialización inconclusa”, como lo llama Aldo Ferrer, llegando al año 1974 con una distribución funcional del ingreso mucho más igualitaria que antes de 1940.

 Con la dictadura de 1976 Argentina entró en un período de desregulación económica, desprotección de la industria y apertura comercial y financiera, que terminó en 1983 con una regresiva distribución del ingreso, multiplicación de la pobreza y endeudamiento externo.

 Las políticas neoliberales se acrecentaron en la década del 90 con los gobiernos de Menem y más adelante en 2015 con Macri. Las políticas económicas no fueron iguales, porque los contextos (endeudamiento, sector externo, geopolítica) tampoco fueron iguales, pero tuvieron en común el super endeudamiento externo producto no del déficit fiscal, sino del déficit del balance de pagos por la liberalización del movimiento de capitales y la fuga de los mismos.

Llegamos en forma muy resumida al punto que queremos detallar a continuación. 

No deberíamos cometer los mismos errores que nos costaron desempleo, pobreza y dependencia externa por el sobreendeudamiento. Nos referimos a la absoluta libertad en la cuenta financiera del país que promueve la fuga de capitales, a la privatización de nuestras empresas públicas, que si tienen ineficiencias habría que gestionarlas mejor, como se hizo con la YPF con participación estatal mayoritaria, pero no regalando el patrimonio de todos los argentinos en sectores estratégicos como la energía, los ferrocarriles, los aviones, los puertos, los satélites, la investigación científica y tecnologógica, etc.

Cuando en la década de 1990 el gobierno de Menem privatizó muchas de esas empresas, el resultado no fue que haya mejorado su “eficiencia” (tal vez el único caso en que mejoró fue el sector específico de la telefonía hoy en manos privadas), sino que el estado tuvo que hacerse cargo de los déficits de las empresas privatizadas a través de subsidios permanentes, mientras esas empresas dejaban a cientos de miles de trabajadores sin empleo. La tragedia del menemismo con Cavallo como ministro de economía no debiera haberse olvidado. 


  3La Argentina libertaria y el camino hacia un abismo de pobreza masiva.

Hoy, a sólo 45 días del inicio del gobierno de Milei, ya podemos ver que aquella tragedia se ve venir en forma potenciada y más rápido. Al momento de escribir estas líneas el poder ejecutivo emitió un DNU y envió al congreso un proyecto de ley de más de 500 artículos, por medio de los cuales pretende:

·   Desregular totalmente la economía, sin importar si esas regulaciones son necesarias o no, sin medir las consecuencias que van a sufrir sectores del capital y trabajadores; pequeñas y medianas empresas industriales sobre todo van a terminar quebrando y dejando a gran parte de la población desempleada por la apertura indiscriminada que se anuncia y por la reducción del consumo interno producto de la deliberada baja de los salarios reales de jubilados y trabajadores activos.

·  Suprimir o fusionar organismos del estado que cumplen importantes funciones que ningún privado va a sustituir, y que al contrario de lo que expresa el actual gobierno, empresas privadas aprovechan el trabajo de esos organismos, como los avances del INTA o el INTI y tantos otros organismos públicos descentralizados cuyos aportes a la sociedad no se pueden medir simplemente con contabilidad clásica.

·  Privatizar más de 40 empresas públicas, muchas de ellas que brindan servicios estratégicos como Aerolíneas Argentinas, Arsat, y otras que además de ser estratégicas obtienen ganancias económicas como el Banco Nación. Tamaño disparate, abrir al capital privado este tipo de empresas, nos va a hacer retroceder a épocas anteriores a 1930-1940, justamente lo que pareciera que al presidente Milei le gustaría: la Argentina oligárquica de 1910.

·  Reducir impuestos a los más ricos, como el Impuesto sobre los Bienes Personales. Desde Keynes hasta acá sabemos que el estado puede entrar en déficit fiscal en el corto plazo por ejemplo con políticas anticíclicas para salir de una recesión cuando es el sector privado el que no invierte sus ahorros; pero no deberíamos convivir siempre con déficit fiscal, si bien está probado que no es este el principal problema de Argentina (el principal problema de la economía argentina que nos demuestra la historia es el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos).

    Ahora bien, si queremos reducir el déficit fiscal, no lo vamos a lograr sólo bajando el gasto público, porque hay gastos indispensables y porque bajar el gasto público tiene un efecto recesivo. Para disminuir o eliminar el déficit fiscal se hace necesario también aumentar algunos impuestos, y lo más justo y equitativo sería subir impuestos a los más ricos, a los sectores que más ganan y que mayor parte del excedente económico se llevan. No se entiende por qué entonces se decide bajar el impuesto a los bienes personales, que sólo afecta a los más ricos y ya era muy bajo.  

·  Por último para este breve análisis, pero sin agotar para nada la lista de decisiones gravosas para los argentinos que se pretenden aprobar en el proyecto de ley de Milei, vamos a mencionar el desfinanciamiento de las provincias.

    Desde la década menemista, varios servicios básicos y fundamentales para la sociedad fueron totalmente transferidos a la jurisdicción de las provincias, incluyendo la salud y la educación públicas (niveles inicial, primario y secundario). Hasta los economistas liberales clásicos que hemos citado (Smith, Ricardo) consideraban que este tipo de servicios y las grandes obras de infraestructura son función del estado. 

Sin embargo el actual gobierno nacional reduce o directamente quita las transferencias para obra pública a las provincias, y las ahoga desde el punto de vista financiero con el objetivo de que las mismas implementen planes de ajuste a la par de la nación. Las políticas del gobierno nacional de restricción presupuestaria hacia las provincias ponen en peligro la inversión en salud y educación.

 


Como dijimos, quedaría mucho para detallar y para analizar, pero lo que queda claro, es que a 45 días del inicio de este gobierno, la situación es muy grave porque con estas medidas se vislumbra que durante los próximos dos años, con facultades legislativas que se van a delegar al poder ejecutivo, y con las ideas que tiene este poder ejecutivo que sólo favorecen a los grandes monopolios nacionales y trasnacionales, vamos rumbo a un máximo empobrecimiento y destrucción irreversible del tejido social, ya bastante deteriorado por políticas precisamente de ausencia del estado o del estado que abandona la principal función de la política económica, que es apuntar al desarrollo con equidad social mediante el crecimiento sustentable con redistribución del ingreso.


Juan Gavassi
Contador Público.
Prof. titular de las cátedras de Economía Política, Macroeconomía y Política Económica en el ISFDyT 52 de S. Isidro.

 

 

 

 

 

lunes, 24 de septiembre de 2018

Macri y la pérdida de la Argentina


Macri y la pérdida de la Argentina

El presidente Macri suele decir que venimos de 70 años de decadencia, y cuando lo dice hace referencia a los supuestos gobiernos populistas como el primer peronismo de 1945 a 1955, y el kirchnerismo de 2003 a 2015. El supuesto del discurso macrista es que estos gobiernos derrochaban los recursos generando déficit fiscal crónico y alta inflación.  
Si alguien se cree este discurso es porque no se molestó en consultar algo de la historia de esos últimos 70 años. En esos 70 años no fue el peronismo el único que gobernó la Argentina. Tuvimos también gobiernos radicales y gobiernos militares, incluida la dictadura genocida de 1976-1983. Los porcentajes más altos de inflación se dieron justamente durante la dictadura militar, y luego en las “hiper” de Alfonsín y de Menem.
Un detalle más, de tantos que podríamos citar para demostrar que no fueron los gobiernos populares los que generaron la decadencia, es que durante el gobierno de Néstor Kirchner y durante los primeros años de Cristina Kirchner, el estado nacional tuvo superávit fiscal, desendeudamiento, y el país tenía superávit comercial, crecimiento económico, disminución del desempleo y mejora en la distribución de los ingresos.

La actual crisis económica la generó el gobierno de Cambiemos desde sus primeras medidas a pocos días de asumir, y lo adelantamos en este blog.
Cuando liberaron el llamado “cepo”, liberaron totalmente la entrada y salida de capitales. Pocos países en el mundo tienen esa falta absoluta de controles.
Junto con eso eliminaron la mayoría de las necesarias retenciones a las exportaciones agropecuarias, generando una ganancia super extraordinaria para las grandes exportadoras (no para el pequeño productor), y la consiguiente traslación a precios internos de los alimentos de la devaluación del tipo de cambio.
Un poco más tarde tomaron una decisión inédita y muy perjudicial para un país que no fabrica dólares: permitieron a los exportadores que no liquiden los dólares en el país, y hasta hoy estos tienen la libertad de dejar las divisas en el exterior.

La política monetaria de Cambiemos generó una bicicleta financiera tan terrible como la de la época de la dictadura militar. Las altas tasas de interés, hoy en el 50 % anual, destrozaron a cientos de Pymes industriales, y facilitaron la entrada de capitales especulativos que permitieron una estabilidad artificial en el tipo de cambio, mientras se fugaban al exterior los dólares que el gobierno pedía prestados. En estos días este mecanismo se vuelve a activar.


Llegamos este año a endeudarnos con el FMI - organismo que le presta a los países que están hundidos, para hundirlos más - y a resignar nuestra soberanía económica a las recetas neoliberales que el gobierno de Estados Unidos tiene para Latinoamérica, pero no para ellos mismos.

La actual deuda externa es un récord histórico que está llegando al 100 % del PBI. Las altas tasas de interés no permiten que haya inversiones productivas, y tampoco las habrá porque están matando el consumo interno al provocar una pulverización del salario real, y el aumento del desempleo.

Cambiemos provocó con sus políticas económicas, y ahora poniendo de rodillas a la Argentina ante el FMI y el gobierno de Estados Unidos, la actual crisis y decadencia de Argentina. Este gobierno es quien generó el aumento de la pobreza que estamos sufriendo, el incremento en la DESIGUALDAD, y la desindustrialización del país, y no es por error. 
Este siempre fue su proyecto: un país para pocos, exportador de productos primarios, con una oligarquía agroexportadora y una banca multinacional que resultan los únicos ganadores.

Por este camino vamos a ser cada vez más dependientes y más pobres. Estamos perdiendo la república nuevamente.


  

miércoles, 14 de febrero de 2018

La economía argentina 1976-2018: Un peligroso retroceso en el tiempo.

La economía argentina 1976-2018: 
Un peligroso retroceso en el tiempo.


Argentina 1976-1983.

La sangrienta dictadura cívico militar del 76 instauró una economía neoliberal consistente en un modelo de valoración financiera, de apertura de importaciones, privatización de empresas públicas, aumento del desempleo….
“¿Para qué fabricar en Argentina lo que en otros países se hace a menor costo y de mejor calidad?” Esa necia pregunta que hoy el régimen macrista nos vuelve a plantear. Como si no importaran las personas que trabajan. Se importa mano de obra barata, casi esclava, y se dejan de emplear valiosos recursos nacionales. Pero ese es el modelo neoliberal argentino, que no es igual en otros países capitalistas que sí protegen sus economías.


Argentina 1983-2002.

La pobreza que había dejado la dictadura militar era tal que el presidente Alfonsín tuvo que implementar el Plan Alimentario Nacional, iniciando así una etapa de asistencia social que con distintos nombres y distintas formas no dejará de ser necesario en adelante y hasta la actualidad.

En 1989 en medio de una crisis económica terminal asume Menem, y volvemos
al neoliberalismo, con la privatización de las empresas públicas, despido masivo de empleados de esas empresas, en fin, la aplicación a fondo del Consenso de Washington impuesto por el Fondo Monetario Internacional. El fuerte déficit comercial y de la cuenta corriente del balance de pagos se compensa por la entrada de dólares prestados, y la deuda externa se multiplica exponencialmente.
El PBI real crece, pero la desigualdad y el desempleo también, porque no puede haber creación suficiente de empleo cuando no se fomenta la industria nacional.
Terminamos con De la Rúa en 2001 con un desempleo del 22 % de la PEA, y una pobreza del 60 % de la población (si la medimos con la metodología de la UCA).


Argentina 2003-2015

He dedicado numerosos artículos en este blog a analizar el período gobernado por los Kirchner. Por lo tanto sólo voy a resumir algunas cuestiones económicas básicas y a hacer una reflexión sobre el rol de los medios de comunicación.
De los 12 años de gobierno, hubo crecimiento real del PBI en 9 años, a tasas promedio del 6 % anual. La industria argentina creció un 90 % en esos 12 años, por una decisión política de quitarle recursos al sector agrícola-ganadero, que era el que tenía ganancias extraordinarias, y subsidiar y fomentar la industria.
Era el regreso al modelo de sustitución de importaciones, con los límites que plantea la “restricción externa”.
Se crearon así 5.000.000 de nuevos puestos de trabajo, la desocupación bajó
de aquel 22 % al 7 % de la PEA y en algunos trimestres hasta el 5,6 %. La pobreza disminuyó de aquel 60 % al 27 % hacia el 2015 (según la metodología de la UCA). Pero lo más importante, se incluyeron a millones de argentinos a los servicios de salud, vacunación y educación obligatorias, jubilación universal, asignación universal por hijo, y otras políticas sociales, que lograron disminuir notablemente el grado de desigualdad social.
Los gobiernos kirchneristas se enfrentaron a intereses corporativos de la Sociedad Rural, Clarín, y otras mafias empresariales, mediáticas y judiciales que la ex presidenta Cristina Kirchner no pudo terminar de desnudar. Y terminaron siendo los máximos responsables del gobierno los acusados de corrupción, como en Brasil Lula y Dilma, por parte de quienes en realidad son las mafias de toda la historia. Así, con parte de la sociedad creyendo estas mentiras del “se robaron todo” es que accede por primera vez por el voto directo al poder ejecutivo nacional el gobierno más conservador, oligárquico y poco democrático de nuestra historia “democrática”.


Argentina 2015-2018.

Macri promete un cambio, pero vuelve al viejo modelo de valorización y timba financiera. Ganan los agroexportadores con la quita de retenciones, y los grandes bancos extranjeros que le bancaron la campaña.
También ganan las empresas de energía, muchas en manos de sus propios ministros, al disponer un 1.000 (mil) porciento de aumento en el precio de la electricidad, y similares porcentajes en otros servicios públicos.
Con la excusa de una “pesada herencia” que no fue tal, pero que los medios aun hoy se encargan de remarcar, la población acepta o se resigna a una reducción de sus salarios reales, ya que la inflación se desboca y el gobierno, además de fomentar los despidos, pone límites a las paritarias salariales.
Es muy simple, cualquier estado recauda impuestos y otros recursos como los de la seguridad social, y utiliza estos recursos para solventar el “gasto público”, que incluye salud y educación públicas, subsidios, política social, jubilaciones y pensiones, obra pública, etc.
Como Macri le bajó los impuestos a los más ricos (retenciones a los agroexportadores, a las mineras, Bienes Personales, Impuesto a las Ganancias de las grandes empresas, etc), y no pudo disminuir sensiblemente el gasto público, entonces el DEFICIT FISCAL se está haciendo insostenible, y su principal fuente de financiamiento es la DEUDA EXTERNA, que a su vez cada vez genera más intereses que aumentan el gasto del estado. Así este gobierno nos está metiendo en un corralón sin salida en el mediano plazo.

Mientras tanto, cientos de Pymes industriales cierran porque ya no tienen mercado para vender o porque los costos del “tarifazo” en los servicios ya no le permite producir. Además entran productos importados y el propio gobierno compra productos importados, que se fabricaban hasta 2015 en Argentina. Se está produciendo un colapso en las Pymes industriales, salvo en el único rubro que el gobierno determinó como viable, que es la fabricación de alimentos, como último eslabón del complejo agrario. Los diarios dicen que aumenta la venta de autos, pero resulta que la mayoría son importados.
Todo este desastre no es un error, no es que se están equivocando, sino que todo está perversamente planificado, y avisado antes de las elecciones, sólo que para muchos costaba entenderlo.

Macri nos propuso ser la “góndola del mundo”: el mismo antiguo y rancio
modelo agroexportador de 1910, agregándole servicios e industria alimenticia.

Nunca le importó ni le va a importar que las otras ramas industriales se fundan, es más, el objetivo es que cierren, porque no entran en su “plan de negocios” para unos pocos.

Para nada le importa a este gobierno disminuir la pobreza; todo su plan y sus políticas, que son un hecho, apuntan a hacer más ricos a los millonarios del complejo agroexportador, minero, y de ciertos servicios que juegan por ahora a su favor como los medios hegemónicos: darle a Clarín todo lo que pidió (tv, cable, fútbol para todos prepago, telefonía celular) no es una casualidad.
Los despidos en el INTI son otra muestra del desprecio por la industria nacional, por la ciencia y la tecnología que tiene el actual gobierno. Cada vez vamos a depender más de laboratorios extranjeros.

Este gobierno se dijo “republicano” y ahora censura las voces de los periodistas opositores, manipula la justicia para encarcelar sin fundamentos a políticos de la oposición y reprime fuertemente la lógica protesta social.
La ley de reforma previsional de diciembre de 2017 le quita 85.000 millones de pesos por año a los jubilados y pensionados, lo cual disminuye el ingreso disponible y por lo tanto el consumo.

Nos estamos haciendo cada vez más pobres, el índice de Gini, que mide el grado de desigualdad, empeoró notablemente en 2016 y 2017 respecto de los años comprendidos entre 2011-2015. Seguimos contaminando nuestra tierra con el incremento de la superficie cultivada con soja con agrotóxicos, la deuda externa se multiplica, y el déficit comercial (importaciones menos exportaciones de bienes) es récord histórico, o sea, que en términos del maestro Aldo Ferrer, vivimos “de prestado”; en cuanto no nos presten más dólares la economía argentina explota, no es sustentable.

En este contexto de saqueo de nuestro país que está haciendo “Cambiemos” sólo queda la esperanza de quienes con lucha, trabajo, estudio y militancia social encabecen el verdadero cambio, que nunca debió ser hacia la derecha.
La verdadera transformación hacia una sociedad con desarrollo equitativo y sustentable no estará nunca en el neoliberalismo salvaje que encarna el actual gobierno.



lunes, 19 de junio de 2017

Argentina 2017: Regreso a lo peor del viejo conservadurismo liberal (parte II).




En la primera parte de esta nota, en octubre de 2016, decíamos sobre la gestión macrista: “Las cosas son aun peor de lo que pensábamos. El nuevo gobierno argentino no sólo es neoliberal, en el sentido de que le gustan las recetas del Consenso de Washington, la inserción en el mundo de manera dependiente de los Estados Unidos, el “libre comercio” que ya nadie practica en el planeta, y la desregulación de la economía a favor de los más ricos. Este gobierno es mucho peor que los neoliberales, es similar al conservadurismo rancio y viejo de los años 1890 a 1930 de la antigua Argentina".

Y el tiempo nos sigue dando la razón. Mauricio Macri no es más que un títere de las corporaciones económicas mafiosas y explotadoras a las que él mismo y su familia siempre pertenecieron: “el establishment económico argentino”. Por eso sus políticas también se parecen a las de la dictadura del 76 y al período menemista neoliberal de los 90, que explotó en las manos de De la Rúa. El camino que sigue Macri crea una bomba de tiempo que también va a explotar en manos de algún futuro gobierno.

La bomba de tiempo se está generando por el inédito ENDEUDAMIENTO EXTERNO a altas tasas para financiar gasto corriente que tarde o temprano resultará IMPAGABLE, lo cual nos llevará a largo plazo a un nuevo default y colapso del sistema económico similar al de 2001. Pero este es un análisis de largo plazo, porque el actual gobierno recibió como “pesada herencia” un país con muy bajo endeudamiento, y por eso aun hay margen para seguir pidiendo prestado.

Por eso decimos que los niveles récord de endeudamiento externo con los que este gobierno condena a las futuras generaciones, no son el mayor problema que vemos hoy, a lo sumo parte del problema actual será la pesada carga de intereses a pagar, que incrementará el déficit fiscal.

El gobierno de Macri tiene un claro proyecto de país basado en el modelo agroexportador, que los estructuralistas latinoamericanos como Aldo Ferrer demostraron hace años que es viable sólo para un país chico de menos de 10 millones de habitantes. La historia mundial nos demuestra que no hay desarrollo sin una INDUSTRIA DIVERSIFICADA, y que establecer dicha industria requiere planificación, intervención, control  y protección del estado.

El grave problema actual es que parte de los dólares que entran por el endeudamiento, así como entran, se van, se fugan al exterior, luego de ganar altas tasas de interés con la bicicleta financiera que maneja el Banco Central emitiendo Títulos de deuda al 26 % anual de interés para absorber pesos en el corto plazo.


Entonces el capital, en lugar de estar al servicio de la producción de bienes y servicios, sólo se usa para la especulación financiera, como en el 76. Cada vez hay menos producción industrial, las importaciones aumentan a pesar de la baja del consumo, y el desempleo aumenta rozando ya el 10 % de la PEA.


Este gobierno está destruyendo a la sociedad y a la economía argentina, y no es por ninguna pesada herencia, sino porque vinieron a hacer eso por mandato de corporaciones como la Sociedad Rural, y de poderosas mafias mediáticas que representan y forman parte de esos intereses económicos como el grupo Clarin y La Nación.

Si obtienen un buen resultado en las próximas elecciones de octubre, el ajuste fiscal se va a profundizar, pero no subiéndole los impuestos que les quitaron a los más ricos, sino quitando derechos a los más vulnerables (flexibilización laboral profunda, fin de las indemnizaciones por despido, modificación del régimen jubilatorio, privatizaciones, etc).


Marchamos hacia un modelo de país para unos pocos, con desindustrialización, explotación, hambre y exclusión para las mayorías, salvo que, dejemos de identificarnos con el opresor, que las mayorías despierten para desnaturalizar la opresión como algo necesario, y nos libremos del neoliberalismo para siempre. Algún día será… 


sábado, 29 de octubre de 2016

Argentina 2016: Regreso a lo peor del viejo conservadurismo liberal.

Argentina 2016:
Regreso a lo peor del viejo conservadurismo liberal.

En la nota de este blog del año pasado, antes de las elecciones nacionales 2015, advertíamos que si triunfaba la fórmula de “Cambiemos” íbamos a regresar a la etapa neoliberal de los 90, con un nuevo ciclo de endeudamiento externo, aumento de la pobreza y exclusión social.

Las cosas son aun peor de lo que pensábamos. El nuevo gobierno argentino no sólo es neoliberal, en el sentido de que le gustan las recetas del Consenso de Washington, la inserción en el mundo de manera dependiente de los Estados Unidos, el “libre comercio” que ya nadie practica en el planeta, y la desregulación de la economía a favor de los más ricos. Este gobierno es mucho peor que los neoliberales, es similar al conservadurismo rancio y viejo de los años 1890 a 1930 de la antigua Argentina.
El gobierno de Macri tiene un claro proyecto de país basado en el modelo agroexportador, que los estructuralistas latinoamericanos como Aldo Ferrer demostraron hace años que es viable sólo para un país chico de menos de 10 millones de habitantes. ¿Y los otros 32 millones?

Las primeras medidas del actual gobierno argentino fueron eliminar las retenciones a las exportaciones de granos y a la megaminería, junto con una devaluación del 55 % de la moneda nacional, para liberar el mal llamado “cepo cambiario”. Al mismo tiempo rebajaron impuestos a la riqueza y a bienes suntuarios, y permitieron el ingreso de productos industriales importados que se fabricaban en nuestro país. El tarifazo en los servicios no sirvió para reducir subsidios, sino para transferir más ganancia a empresarios ricos que nunca invirtieron.
El resultado a menos de un año de gobierno es un terrible aumento del desempleo, del 6 % a casi el 10 % actual (9,3 % en el trimestre anterior según el Indec y en aumento).
Las Pymes industriales están quebrando y el panorama futuro es negativo.
Se apostó a las inversiones extranjeras directas, y lo único que logramos es atraer inversiones golondrina especulativas por las altísimas tasas de interés de la Lebac emitidas por el Banco Central.

La economía cierra el 2016 en recesión, aun con alta inflación, y lo peor, se amplía la brecha entre los más pobres y los más ricos, es decir, con Macri, los ricos cada vez son más ricos, y los pobres más pobres. Se está desmantelando nuevamente el “estado de bienestar” reconstruido en el gobierno de los Kirchner, y la distribución del ingreso cada vez es más desigual.

En síntesis, Argentina, como otros países de Latinoamérica, se encuentra al finalizar 2016 en proceso de retroceso en cuanto a lo que habíamos progresado entre 2003 y 2015 en materia social, con un endeudamiento externo récord en la historia, con una fuga de capitales nunca antes vista en estas dimensiones, y sin nueva inversión ni pública ni privada.
Es más, es tan fuerte la recesión que no hace falta inversión…como decía Keynes ¿para qué van a  invertir los empresarios si no hay a quién venderle?
El pueblo argentino sufre las consecuencias del modelo neoliberal conservador de “Cambiemos”, mientras desde los medios dominantes de comunicación siguen envenenando cada día a los ciudadanos tratando de convencernos de que los males de hoy son consecuencia de lo “robado” en el gobierno anterior, sin poder probar nada, pero con un show de confusiones que logran que el oprimido vote y apoye al opresor. El opresor son las corporaciones económicas y las mafias judiciales hoy gerenciadas por Macri, su representante y títere.
Por este camino sólo cabe esperar más pobreza, exclusión social y sufrimiento. 
Debemos encontrar otra alternativa, una nacional, popular, industrial e inclusiva.



lunes, 27 de julio de 2015

ELECCIONES 2015 Y ECONOMÍA

ELECCIONES 2015 Y ECONOMÍA

Cómo estamos y lo que se viene….

Para este año 2015 los gurúes económicos del “establishment” anunciaban devaluación, disminución del PBI, y aumento de la desocupación. Ocurrió todo lo contrario a los deseos del poder concentrado y mediático. Si el país llegara a ser gobernado por ellos, entonces sí que tendríamos una fuerte devaluación, recorte del gasto público social, aumento de la pobreza y desocupación. Eso no va a ocurrir si continúa el actual modelo, porque hubo crecimiento con redistribución de la riqueza, y esto último es lo que les molesta a los “poderosos”: la redistribución.

Toda la política económica de estos 12 años estuvo centrada en el crecimiento con inclusión social. No todo crecimiento económico se hace con inclusión, y eso lo vemos en muchos países del mundo que tienen históricamente niveles de ingreso muchos más altos que en Latinoamérica, y sin embargo la desigualdad crece. El mismo Estados Unidos es un ejemplo de aumento de la desigualdad, medido objetivamente por medio de un numerito llamado Coeficiente de Gini, que da entre 0 y 1. Cuanto más cercano a 1, mayor nivel de desigualdad, y cuanto más cercano a 0, significa mejor distribución del ingreso.
Pues en Estados Unidos ese coeficiente oscila alrededor de 0,47, reconocido por el propio presidente Obama. En la Argentina de los ’90 el coeficiente de Gini rondaba 0,50, para llegar a sus peores valores en el 2001, con 0,56. En 2015 Argentina tiene un Gini de 0,41, es decir, menos desigualdad que en Estados Unidos y que en gran parte de los países del mundo.
La mejoría en la calidad de vida de los habitantes y en la distribución del ingreso, se deben en la Argentina actual a la intervención del estado en la economía.

La fuerte mejora en la distribución del ingreso que Argentina vive en estos últimos 12 años tiene sus causas en políticas como la AUH, la inclusión jubilatoria, la recuperación de las PYMES industriales generando puestos de trabajo, las paritarias libres, la no subordinación a los mandatos extranjeros (caso del rechazo al ALCA y a la usura de los “fondos buitre”).

En síntesis, la economía real de 2015 volvió al crecimiento, pero al único tipo de crecimiento que sirve al ser humano, que es el crecimiento inclusivo, con la “gente adentro”, como dice nuestro ministro de Economía Axel Kicillof.
Es más importante la redistribución equitativa de la riqueza, que el simple aumento de esa riqueza.

Si en las próximas elecciones ganara la “oposición”, o sea la Sociedad Rural, la Unión Industrial, el grupo Clarín y los poderes concentrados de la economía, todo cambiaría.
Entonces sí que una fuerte devaluación, producto de levantar el mal llamado “cepo cambiario” (como lo anuncia el candidato PRO), provocaría un shock inflacionario, que acompañado por un posible congelamiento salarial, licuaría el actual sistema de estado de bienestar. Se enriquecerían más los que más tienen, nos volveríamos a endeudar, y así, con nuevo endeudamiento y subordinados nuevamente al FMI, podríamos calmar la espiral inflacionaria que se desataría. El resultado para 2016 sería desandar el camino de la inclusión social, para volver a excluir.



No debemos volver al neoliberalismo, porque con las políticas neoliberales, los que primero pierden, son los más pobres. 
Y si por “falta de memoria”, falta de valoración a los cambios progresistas de estos últimos 12 años y “odio” a las políticas de redistribución inspirado por los medios de comunicación, volvemos a tener un gobierno de ultra derecha, como sería el PRO, pues tendremos que aprender que aun nos falta mucho por aprender.

Si triunfara en octubre la opción kirchnerista también nos queda mucho por aprender, pero lo podremos hacer en mejores condiciones socioeconómicas, con un estado de bienestar presente, y sin perder los logros que tanto costó conseguir de estos últimos doce años.
En democracia, el voto decide, y no los militares.
En democracia, con el estado de derecho vigente y con la plena libertad de expresión que vivimos, el voto decide, aunque el poder económico corporativo siga incidiendo con sus calumnias para mantener los privilegios que aun mantienen en el marco del sistema capitalista.

Sin embargo, no es lo mismo vivir en un sistema capitalista como el que implementó y propone el kirchnerismo, con fuerte intervención del estado a favor de la equidad social, que en un capitalismo salvaje que gobierne a favor de los oligopolios como ocurriría si triunfara la nueva opción conservadora, que aunque hable de "cambio", en sus ideas está lo más profundo de la derecha liberal y neoliberal que gobernó en los 90, y antes también...




martes, 20 de enero de 2015

EL Poder Económico Ataca...Pensemos!

EL PODER ECONÓMICO ATACA... 
PENSEMOS!

Transcurren días difíciles en el mundo y en Argentina.
Pero tengamos cuidado, y pensemos antes de juzgar, porque las cosas fuera de contexto nos llevan a equivocadas conclusiones.
Hace días un terrible acto de terrorismo en Francia fue tratado por los medios como si fuera “el más terrible”, cuando varios de los mismos líderes “pacifistas” que marchaban contra el atentado financian el terrorismo internacional cuando les conviene, e impulsan las guerras en el planeta.
Los grandes medios de comunicación del mundo, los que “penetran” en la mente de la gente  sólo nos muestran como terrorismo lo que pasó en Francia, pero no consideran terrorismo lo que Estados Unidos, el país más armamentista y asesino del mundo, hizo en otros países, no consideran terrorismo lo que sucede en Palestina a la hora de defender los intereses económicos y geopolíticos en Israel, y tantos más.

En ese contexto de hipocresía mundial, el fiscal que “investigaba” la causa por el atentado a la mutual de la colectividad judía en Argentina AMIA, hecho terrorista acontecido en 1994, después de 20 años sin justicia, inventa, si señores, INVENTA una descabellada acusación contra la Presidenta de la Nación por supuesto encubrimiento de los supuestos responsables iraníes de dicho atentado.

Para los que no lo saben, Cristina Kirchner fue quien dentro del país y en foros internacionales movió cielo y tierra para intentar que se esclarezca el atentado, incluso mucho antes de ser presidenta. Todos sus actos y declaraciones constan en archivos desde 1994 a la fecha. Ha sido la mayor defensora de la verdad y la justicia.

Hasta el mismo jefe de Interpol y el actual juez de la causa AMIA consideraron descabellada (y tal vez ilegal en su forma) la denuncia presentada intempestivamente por el fiscal Nisman.
Los medios de comunicación lo usaron con las mismas intenciones destituyentes que desde 2008 tienen hacia el actual gobierno argentino, difamando y calumniando.

Y ese es el punto central. El tema AMIA y la lamentable muerte del fiscal Nisman deberán ser investigados como corresponde por la Justicia, pero hay algo que desde que existe la Argentina y hasta hoy no nos deja PENSAR a fondo, y nos lleva a juzgar en contra de nuestra vida democrática, que se llama PODER REAL.

El poder real está formado por unas pocas familias que lo fueron heredando desde el siglo XIX, como los Mitre, fundador del diario La Nación, diario que se creó para amparar los intereses de la oligarquía nacional cómplice de los genocidios internos y de los intereses extranjeros. 

Hoy día La Nación, Clarín y sus multiplicadores siguen representando y comunicando lo que les conviene que pensemos (o no pensemos) al grupo de poderosos de la Sociedad Rural, de la Unión Industrial y de la banca que no soportan que un gobierno progresista como el de Cristina Kirchner haya tocado algunos de sus intereses con políticas fiscales y sociales que han logrado mejorar  la distribución de la riqueza en Argentina (respecto de 2002 y de la década neoliberal).




Ese poder económico concentrado real, esas corporaciones que manejan los grandes medios de comunicación, compran jueces y jamás son sometidas al voto popular, simplemente porque por herencia de genocidas son los “dueños del país”, son los que una vez más están haciendo todo lo posible para tirar abajo al actual gobierno y condicionar al próximo; condicionar, no dejar gobernar para el pueblo, e instaurar una vez más el neoliberalismo en Argentina, que nos llevó a la peor de las miserias.  
Eso sí, en el capitalismo neoliberal, nunca hay hambre ni miseria para los dueños del poder económico, los que pierden son los pobres.
Pensemos!